• Menú
  • Volver atrás
    Renta Básica Universal

    Con la renta básica podríamos decir no

    03 maig 2022 | artículo de Montserrat Moliner, publicado en Catalunya Plural y Sin Permiso en su traducción al castellano

    Dinero regalado, como dice Rutger Bregman en su libro Utopía para realistas. Porque hacer un mundo mejor es un sueño realizable -es una idea que ya propusieron algunos pensadoress/líderes de la historia. Era un sueño de Thomas More en Utopía en 1516. E innumerables economistas y filósofos le siguieron. Incluso está recogido en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida que asegure, para ella y su familia, la salud y el bienestar, especialmente en cuanto a alimentación, vestir, vivienda, asistencia médica y los servicios sociales necesarios; también tiene derecho a la seguridad en caso de paro, enfermedad, incapacidad, viudedad, vejez u otra carencia de medios de subsistencia independiente de su voluntad.”

    La aplicación de la RBU nos daría capacidad de negociación para recuperar lo perdido o exigido, lo que nunca ha existido, y que sólo está escrito en el artículo 25. Con la renta básica podríamos decir no. Podríamos proyectar vidas más llenas acorde con nuestras capacidades y deseos. Mejoraría la vida de las personas que están en situación de desempleo, y de las personas que malviven en trabajos explotadores. Nos permitiría dar la vuelta a la sentencia: es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, de Fredric Jameson, que oculta la incapacidad de imaginar un mundo diferente. Es la continuación natural del mantra repetido hasta el aburrimiento «no hay salida» que profetizaron políticos como Margaret Tatcher. Como escribe Mark Fisher, el aburrimiento y la frustración de este sistema en el que nadie sabe que se debe hacer y en lo que nadie hace nada, un sistema que no responde, impersonal. Para detener este sistema insostenible, debemos poder imaginar otros mundos y posibilitar cambios, lejos de las miserias humanas que ha desarrollado el capitalismo más feroz.

    Evidentemente, la aplicación de la RBU, no lo arregla todo. Todos necesitamos dinero, pero nadie quiere hablar de dinero. El Arte y la Cultura no suelen responder de lo que viven, hay un misterio, una niebla generalizada frente a esta pregunta. No debemos hablar del elefante que hay en la habitación. Pero debemos hacer frente a las desigualdades, a la falta de oportunidades, debemos construir escenarios que acompañen a la aplicación de la RBU, imaginando posibles, escribiendo utopías, ficcionando sociedades más solidarias. Hablando en las sobremesas de un cambio de paradigma. Debemos transitar de una cultura del esfuerzo competitiva a una cultura más equitativa y colaborativa. Borrar la cultura de la meritocracia, porque sabemos a ciencia cierta, que la meritocracia, como señala Michael J. Sandel, es una trampa que genera discursos de ganadores y perdedores que, en realidad, no dependiendo de sus méritos y esconde un privilegio de clase. Debemos exigir la redistribución de la riqueza, el valor de que es público, lo que nos es común y poner en duda en qué se ha convertido el trabajo.

    La realidad es que los ingresos de los creadores, en la mayoría de los casos, no exceden de 6000 euros anuales. Las estructuras públicas y privadas pensadas desde y para acoger la cultura y la práctica artística, no pueden atender a la gran cantidad de propuestas producidas por el tejido cultural. La mayoría de la inversión pública se vierte y queda retenida en la complejidad de mantener las estructuras que soportan el evento o en la acción puntual con la que nos relacionamos. Hay poca inversión directa en los creadores y soportamos una fiscalidad alejada de la realidad de los agentes y productores culturales.

    Recientemente, el gobierno irlandés ha puesto en marcha un nuevo y pionero plan piloto para apoyar a los artistas y trabajadores de las artes creativas. El plan piloto de Renta Básica para las Artes examinará, durante un período de tres años, el impacto de una renta básica en los artistas y trabajadores de las artes creativas. Se efectuarán pagos de €325 por semana a dos mil artistas elegibles y trabajadores de artes creativas. El manifiesto Art for UBI defiende la renta básica universal para cuidar el mundo del arte y la cultura, pero también como una medida necesaria, para todos, de redistribución de la riqueza al margen del trabajo asalariado.

    Numerosos agentes culturales, de aquí y de todo el país, defendemos que una renta básica universal e incondicional sería la mejor política cultural posible. La aplicación de la RBU, daría lo tan preciado y que siempre perseguimos en medio de mil trabajos autoexplotadores, tiempo de calidad para crear, generar proyectos y sobre todo capacidad de permanencia en la práctica artística. Ese tiempo, también, mejoraría el derecho de acceso a la cultura y el derecho a participar en la vida cultural de todas las personas.

    Con la RBU, podríamos producir de forma más sostenible, y detener la sobreproducción cultural. Hay picos de exceso de producción que nacen de la necesidad de no parar la rueda porque las oportunidades son muy limitadas o todo lo contrario, porque hay demasiadas. No deberíamos estar hiperconectados en todo momento para poder decir que si a toda oportunidad y de este modo, podríamos mermar el estrés que sufrimos provocado por la complejidad de conciliar vida y trabajo que nos lleva a situaciones de extrema vulnerabilidad. Disminuiría la competitividad, detendríamos el ritmo a veces, insano, de aplicar, aplicar y aplicar que me remite a las imágenes del baile interminable en Danzad, danzad, malditos.

    La mayoría de los proyectos artísticos se desarrollan gracias a la implicación personal de sus agentes, son proyectos de vida que nunca reciben el apoyo suficiente y por tanto son finitos en el tiempo, de forma proporcional, al desgaste que soportan sus equipos de trabajo. La aplicación de la RBU, supondría un cambio radical en las oportunidades de profesionalización. La capacidad de negociación incrementaría las posibilidades de acceder a mejores condiciones laborales. Nos situaría más cerca de la equidad, mejorando el marco donde se despliegan las prácticas artísticas y culturales. Nos permitiría combatir las situaciones contractuales ilegales y podría ser una alternativa a las condiciones abusivas que se deriven como trabajadoras autónomas. Posibilitaría la oportunidad de repensar si el procedimiento y el circuito, en ocasiones.

    Todas conocemos situaciones de abuso, de indefensión, que se detendrían ahora mismo, si aplicáramos la renta básica universal incondicional. Debemos exigir desde la ciudadanía a nuestros representantes políticos su aplicación. No debemos tener miedo a los fracasos que hemos sufrido a lo largo de los años para pensar maneras de vivir diferentes. Debemos detener la deriva enfermiza del sistema capitalista y mantenernos fuertes en nuestro convencimiento.

    Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/cultura-y-renta-basica-con-la-renta-basica-podriamos-decir-no