Palestina Lliure
Historia 18 de Eman Abu Shawish
Una profesional de la salud mental en Gaza

Mientras estamos en la zona crepuscular entre la vida y la muerte, me encuentro rememorando recuerdos de mi vida.
Gaza... mi dolorosa y querida Gaza.
El mundo conoce sus cinco guerras y algunas de las agresiones contra ella.
Pero nosotros - su pueblo - sabemos que sus guerras van mucho más allá. Conocéis sus guerras militares, que son como un vampiro sediento que nos ataca uno a uno para saciar su sed. Después vuelve a su nido, saciado con nuestros restos, duerme la siesta durante un periodo de tiempo llamado tregua, que puede ser más o menos largo, antes de que la bestia vuelva a tener sed y empiece de nuevo...
Pero tenemos otra guerra no menos despiadada, que opera en la oscuridad como los murciélagos. Es la guerra del asedio.
Hemos sido su juego durante más de dieciséis años, pero - a diferencia de otras guerras - ésta es lenta y tiene su sabor único. La matanza se convierte en un arte. Presionan poco a poco nuestra carne, la condimentan con diferentes especias, la mastican lentamente, luego se limpian la boca, se quitan los guantes y se marchan, de tal forma que aunque alguien busque - si es que alguien realmente investiga - no encontará rastro ni pruebas que condenar.
Ambas guerras están cargadas de miedo, preocupación e impotencia, y te hacen reflexionar sobre cuál de las dos acabará antes con tu vida.
Como especialista en salud mental, me ha tocado trabajar con decenas de niños y niñas cuyas edades oscilan entre los 6 y los 17 años. Todos ellos nacidos en la época del asedio.
No les hablaré de sus penas, sino de sus sueños:
- Sueño con tener una muñeca Barbie o cualquier otro juguete, no importa cuál.
- Sueño con tener ventanas en casa para que no haga tanto frío.
- Sueño con tener algo de dinero que llevar al colegio.
- Ojalá pudiera ir en coche al colegio porque el camino es muy largo y la mochila pesa mucho.
- Me gustaría ir a un restaurante por primera vez.
- Comer carne los viernes como los demás.
- Que llevemos fruta a casa.
- Un gran bocadillo de shawarma.
- Vivir en una casa en lugar de la choza de madera.
- Sueño con llevar botas nuevas, porque toda mi vida he llevado botas usadas que se quedaban pequeñas para los pies de los demás.
- Comprar ropa nueva para Eid.
- Tener una televisión o un teléfono móvil.
- Luz LED para la noche porque tenemos miedo cuando se va la luz.
Y esto es sólo una gota en el mar.
Sus sueños tienen que ver con comer, beber, vestirse y cobijarse. En una época en la que los niños y las niñas del mundo ascienden sin cesar por la pirámide de Maslow, la mayoría de nosotros estamos pegados a su base. No es de extrañar, ya que la mayoría de habitantes de Gaza se encuentran por debajo del umbral de la pobreza... Significativamente por debajo, señoras y señores... Como las familias de parados, los que tienen ingresos limitados y los que viven endeudados... y muy pocos son aquellos a quienes la vida ha sonreído dejándoles arrastrarse por encima del umbral de la pobreza para permitirse las cosas básicas. Algunos de ellos son funcionarios públicos o empleados de la UNRWA o de cualquiera de las organizaciones internacionales...
Y hay familias que oscilan en torno a esa línea, como las familias de jornaleros y trabajadores con contratos de corta duración. Estas personas pasan por encima de la línea cuando encuentran un trabajo, y vuelven a caer por debajo cuando pierden su empleo... de modo que ni siquiera existe la más mínima sensación de seguridad en los ingresos y el sustento básico.
Mis hijos una vez también tuvieron sueños así de sencillos, cuando nosotros también teníamos ingresos limitados, mientras yo luchaba por encontrar trabajo.
Con paciencia y fe, y mucha persistencia, tuvieron que pasar diez años desde de mi graduación hasta poder encontrar un trabajo con contrato.
Como si los sueños mejorasen en correlación directa con los ingresos, hoy mis hijos tienen sueños “lujosos", ahora que su madre trabaja, aunque sea de forma intermitente. Una de mis hijas sueña con tener un coche, y otra con viajar en avión, al menos una vez antes de morir.
Hablando de viajar, no tenemos derecho a ello, pues las fronteras de tierra y cielo están selladas con candados oxidados. Pueden preguntar en los pasos fronterizos cuántos hombres, mujeres y niños han podido pasar con un permiso para salir por tratamiento médico; ni siquiera por turismo o diversión!
En cuanto a las fronteras por mar, gracias a Dios nos dotaron de unas pocas millas, en las que algunos pueden encontrar sustento en la pesca y algo de entretenimiento... Esa es la única salida para los pobres, pues su arena, aire y agua son gratis. ¿Crees que esto da un poco de esperanza? Espera... Porque su agua está contaminada por las aguas residuales que nos empuja la ocupación a través del valle de Gaza.
Qué generosa puede ser la vida dándote todas esas opciones para morir... Quien no muere bombardeado, muere de hambre y de sed; o por la enfermedad que éstas provocan; o por la contaminación del agua, del aire, del suelo y de los productos; o por el fuego de una vela que una madre enciende para aliviar el miedo a la oscuridad de sus hijos, con tan mala suerte que la vela incendia la casa y quema a los niños mientras duermen; o por la derrota y la tristeza ante la impotencia de no poder conseguir la ropa básica que piden los hijos; o por la amargura de ver cómo el tiempo se escapa entre los dedos y, con ello, los sueños se entierran mientras nos quedamos en nuestro sitio; o porque nuestra educación y cualificaciones no sirven; y la lista es larga...
Si nos ves en las pantallas levantándonos de entre los escombros agradecidos a Dios, o llorando a nuestros seres queridos con canciones populares, o recibiendo las noticias de tregua con una efímera sensación de alegría, no es porque odiemos la vida, es sólo que estamos acostumbrados a la muerte...
Morimos todos los días, de muchas maneras, hasta que confundimos la definición de salvación; ¿es que sobrevives a los bombardeos y vives, o mueres en el martirio para salvarte de una vida así?
Eman Abu Shawish - Profesional de salud mental en UPA, Gaza, Palestina.
13 de noviembre de 2023
Para leer todos los relatos: http://upaconnect.org/category/gaza2023